Una extraña llamada Erin Moran
A Erin Moran no se la va a ver en el último festival folk de la costa oeste. Ni en un cartel gig formando parte del distinguido círculo que hace el tejemaneje alterno a las grandes disqueras. De ella no circulan fotografías donde como buena niña indi aparece a cuadro con su guitarra acústica frente a una pequeña pero ardorosa audiencia. Ella es como Martin Margiela y Karen Dalton. Porque poquísimos la conocen y todavía menos la recuerdan.
Su myspace parece abandonado desde 2006, mismo año en que se estrenó. Aquí se muestran dos fotografías; la del perfil de joven y fresca brunette de ojos profundos y piel cálida; esa misma que adorna la caratula del disco que gustosamente produjo para ella ANTI- Records, -simpatizante de la comunidad independiente y compañero de camino de otras gatitas insignes como Cat Power (Jukebox, 2006) y Neko Case (Middle Cyclone, 2009)- y aquella otra donde la anchísima ala de un sombrero amortigua la fisonomía y expresión de su rostro.
Ningún buscador web arroja otra imagen. No al menos otra significativa. Ningún site las hospeda. Ni siquiera el de su propia casa disquera. No hay blogs publicados por ella o en su nombre. No paginas oficiales ni de seguidores. No direcciones de correo electrónico y menos convencional. No declaraciones ni entrevistas. Todo lo que hay es apenas un disco legado, cuyo halo de nostalgia resulta tan contundente que hasta sirve para inventar la historia de esa autora cuyo rastro yace escondido en algún lugar; a resguardo con suerte, de la distancia mediática y el paso inclemente del tiempo.
A girl called Eddy; su álbum debut-irrupción en el mundo musical; sorprende por su fuerza vital y fino lustre; nada nuevo si se considera revisar las exquisitas primeras manifestaciones de cantautoras emblemáticas de los últimos años tales como Tori Amos (Little Heartquakes, 1992), PJ Harvey (Dry, 1992), Björk (Debut, 1993) Jewel (Pieces of you, 1995), Fiona Apple (Tidal,1996) e inclusive Alanis Morissette (Jagged little pill, 1995); mucho menos remontándose a personajes clave como Patti Smith (Horses, 1975) o Kate Bush (The kick inside,1978). Lo que verdaderamente asombra es que tras una entrada triunfal de la mano del talento, y armada con un bagaje pleno de emociones; Moran desapareciese tal como llegó; y que de no ser por una magnifica producción y un gran poder creativo, lírico e interpretativo, pareciese nunca haber estado ahí.
Aparecer y desaparecer es un juego común en la música. Lo que no suele ser tan común es la calidad y el verdadero talento. Erin Moran tiene (¿tuvo?) todo eso; pero en efecto, parece ser y no a la vez: para quienes en su momento -y aun después- la descubrieron fue como una ilusión. Para los que no; naturalmente es nada. Y es que, fue una chica llamada Eddy en el 2004. Pero, ¿Lo es ahora? ¿Quién es ahora? ¿Quién fue entonces? ¿Qué pretendió al realizar un portentoso trabajo discográfico y luego desaparecer? ¿Fue desaparecer lo que quiso? ¿Tuvo intención de despertar sensaciones o simplemente de desahogarse? Imposible saber todo eso. Tanto casi como resulta deducir a donde habría llegado (cinco años después y porque no a la postre) y si el tiempo confirmaría al cabo, si fue de esas llamaradas de petate que dolorosamente se olvidan aun estando presentes; o si habría sido una de esas otras buenas y mejores cantautoras -que escasean pero a Dios gracias no faltan- que definen el rumbo de la música porvenir. Pero en el hubiera no hay respuestas.
Folk y soul modernos, leves tintes de blues y acentos de britpop se congregan en un trabajo sin desperdicio. 11 temas impecablemente producidos, todos compuestos; letra y música; por ella misma conformando un verdadero viaje sonoro por los lindes del sentimiento y la nostalgia. Con voz madura, de timbre elocuente y aterciopelado; Eddy visita a cada acorde y cada palabra los rincones más profundos de la soledad y la tristeza. Con gran naturalidad elabora un disco de veras triste. A ella la melancolía le invade aun cuando se la resiste. No hay un momento en que se le escuche, de menos animosa. Ni siquiera cuando en los medios tiempos busca un respiro para el escucha y se fuerza a salir de la aflicción; dejándose, vía The long Goodbye; imaginar templada y sensata ante la ruptura y el fin de los ciclos. O como en Life tru the same lens, en la que se antoja juguetona y discretamente sensual. No obstante desde la primera pieza; la bellísima y totalmente quebradora Tears all over town; la melancolía como pesada carga -en el mejor de los sentidos- le acompaña; consiguiendo establecer el tono en el resto del álbum. En un ir y venir agónico y masoquista, pero a la vez sanador; Tears all over town acuna los matices de la añoranza; la esencia del Saudade al que le rimaba Nick Cave: el tremendo dolor que causa amar con devoción lo inevitablemente perdido.
Así, con estos sentimientos como constante continua Kathleen, amargo homenaje despedida -dedicada a su madre- seguida de la serena remembranza que es Girls can really tear you up inside, y de la ferviente Somebody hurt you; que no hacen si no confirmar su fijación en lo lastimero que resulta no poder volver el tiempo atrás.
Entre historias de amores extraviados, esperanzas adormecidas, recuerdos donde uno sale a vagar por la calle con la firme y autocomplaciente convicción de que el amor no se ha ido, sólo espera en casa; o donde el nombre más querido nunca ha sido más difícil de pronunciar; o ahí donde queda poco por esperar pues se ha perdido ya todo; es donde, con alas de noche, vuela la música de A girl called Eddy.
Probablemente se no trate de nada nuevo, sin embargo permanece. Aunque de su autora no se sepa si esa infinita tristeza –demonio por todos conocido- que un día le dio luz creativa, terminó por consumirla, o si por el contrario; y a través del poder bendito y purificador de la música; fue al fin capaz de salvarse a si misma.
Ningún buscador web arroja otra imagen. No al menos otra significativa. Ningún site las hospeda. Ni siquiera el de su propia casa disquera. No hay blogs publicados por ella o en su nombre. No paginas oficiales ni de seguidores. No direcciones de correo electrónico y menos convencional. No declaraciones ni entrevistas. Todo lo que hay es apenas un disco legado, cuyo halo de nostalgia resulta tan contundente que hasta sirve para inventar la historia de esa autora cuyo rastro yace escondido en algún lugar; a resguardo con suerte, de la distancia mediática y el paso inclemente del tiempo.
A girl called Eddy; su álbum debut-irrupción en el mundo musical; sorprende por su fuerza vital y fino lustre; nada nuevo si se considera revisar las exquisitas primeras manifestaciones de cantautoras emblemáticas de los últimos años tales como Tori Amos (Little Heartquakes, 1992), PJ Harvey (Dry, 1992), Björk (Debut, 1993) Jewel (Pieces of you, 1995), Fiona Apple (Tidal,1996) e inclusive Alanis Morissette (Jagged little pill, 1995); mucho menos remontándose a personajes clave como Patti Smith (Horses, 1975) o Kate Bush (The kick inside,1978). Lo que verdaderamente asombra es que tras una entrada triunfal de la mano del talento, y armada con un bagaje pleno de emociones; Moran desapareciese tal como llegó; y que de no ser por una magnifica producción y un gran poder creativo, lírico e interpretativo, pareciese nunca haber estado ahí.
Aparecer y desaparecer es un juego común en la música. Lo que no suele ser tan común es la calidad y el verdadero talento. Erin Moran tiene (¿tuvo?) todo eso; pero en efecto, parece ser y no a la vez: para quienes en su momento -y aun después- la descubrieron fue como una ilusión. Para los que no; naturalmente es nada. Y es que, fue una chica llamada Eddy en el 2004. Pero, ¿Lo es ahora? ¿Quién es ahora? ¿Quién fue entonces? ¿Qué pretendió al realizar un portentoso trabajo discográfico y luego desaparecer? ¿Fue desaparecer lo que quiso? ¿Tuvo intención de despertar sensaciones o simplemente de desahogarse? Imposible saber todo eso. Tanto casi como resulta deducir a donde habría llegado (cinco años después y porque no a la postre) y si el tiempo confirmaría al cabo, si fue de esas llamaradas de petate que dolorosamente se olvidan aun estando presentes; o si habría sido una de esas otras buenas y mejores cantautoras -que escasean pero a Dios gracias no faltan- que definen el rumbo de la música porvenir. Pero en el hubiera no hay respuestas.
Folk y soul modernos, leves tintes de blues y acentos de britpop se congregan en un trabajo sin desperdicio. 11 temas impecablemente producidos, todos compuestos; letra y música; por ella misma conformando un verdadero viaje sonoro por los lindes del sentimiento y la nostalgia. Con voz madura, de timbre elocuente y aterciopelado; Eddy visita a cada acorde y cada palabra los rincones más profundos de la soledad y la tristeza. Con gran naturalidad elabora un disco de veras triste. A ella la melancolía le invade aun cuando se la resiste. No hay un momento en que se le escuche, de menos animosa. Ni siquiera cuando en los medios tiempos busca un respiro para el escucha y se fuerza a salir de la aflicción; dejándose, vía The long Goodbye; imaginar templada y sensata ante la ruptura y el fin de los ciclos. O como en Life tru the same lens, en la que se antoja juguetona y discretamente sensual. No obstante desde la primera pieza; la bellísima y totalmente quebradora Tears all over town; la melancolía como pesada carga -en el mejor de los sentidos- le acompaña; consiguiendo establecer el tono en el resto del álbum. En un ir y venir agónico y masoquista, pero a la vez sanador; Tears all over town acuna los matices de la añoranza; la esencia del Saudade al que le rimaba Nick Cave: el tremendo dolor que causa amar con devoción lo inevitablemente perdido.
Así, con estos sentimientos como constante continua Kathleen, amargo homenaje despedida -dedicada a su madre- seguida de la serena remembranza que es Girls can really tear you up inside, y de la ferviente Somebody hurt you; que no hacen si no confirmar su fijación en lo lastimero que resulta no poder volver el tiempo atrás.
Entre historias de amores extraviados, esperanzas adormecidas, recuerdos donde uno sale a vagar por la calle con la firme y autocomplaciente convicción de que el amor no se ha ido, sólo espera en casa; o donde el nombre más querido nunca ha sido más difícil de pronunciar; o ahí donde queda poco por esperar pues se ha perdido ya todo; es donde, con alas de noche, vuela la música de A girl called Eddy.
Probablemente se no trate de nada nuevo, sin embargo permanece. Aunque de su autora no se sepa si esa infinita tristeza –demonio por todos conocido- que un día le dio luz creativa, terminó por consumirla, o si por el contrario; y a través del poder bendito y purificador de la música; fue al fin capaz de salvarse a si misma.
A Girl Called Eddy (2004)
1.-Tears all over town (E. Moran)
2.-Kathleen (E. Moran)
3.-Girls can really tear you up inside (E. Moran)
4.-The long goodbye (E. Moran)
5.-Somebody hurt you (E. Moran)
6.-People used to dream about the future (E. Moran)
7.-Heartache (E. Moran)
8.-Life tru the same lens (E. Moran)
9.-Did you see the moon tonight (E. Moran)
10.-Little bird (E. Moran)
11.-Golden (E. Moran)
Producido por Richard Hawley y Colin Elliot para ANTI-Records 2004
Nota: Al cierre de esta edicion Erin Moran prepara un nuevo proyecto (You Get The Legs You're Given) y se ha relanzado con bombo y platillo. Su myspace se está cargando de nueva información aunque aun escasea en el resto de la web. Esperaremos su nuevo trabajo y lo tendremos reseñado en este mismo espacio.
Por Palomita Rodriguez++
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