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Te voy a contar un cuento. Hace mucho tiempo una muchacha con ojos de mar pidió un deseo. Quería cambiar el reino de raíz. Cada día sembrar una flor en las conciencias. El hada verde le concedería la petición.

Te voy a hablar de ese sueño. Era joven y esperaba. En el patio de atrás, trazando formas al deslizar mi dedo sobre el lodo. Tenía una caja dorada y sin conocerte sabía que tú la habías puesto en mis manos. El ansia por saber que habías traído para mí, hizo que arrancase la cubierta. Dentro; tripas de pescado se volvieron humo negro al roce del aire.

Te voy a cantar una canción.

Seré tu espejo / reflejaré lo que eres / en caso de que no lo sepas / seré el viento / la lluvia y el crepúsculo / la luz en tu puerta para que te sepas en casa / cuando pienses que la noche ha visto tus pensamientos / eso en ti, retorcido y malvado / déjame estar ahí / déjame ser tus ojos / una guía en tu obscuridad / así que no temas / cuando creas que la noche ha visto tus pensamientos...

Te voy a decir una verdad. Una vez en el pueblo de mi padre, vi una niña con pupilas de gato.

Y si las detonaciones no te hubieran destrozado los oídos, creerías todas mis mentiras y te reirías de mi poesía. Si tus ojos no estuvieran ciegos de impotencia sabrías que nací esperando por ti. Si no me hubiera escapado a la vida por un túnel del ancho de mi dedo meñique, rendiría gratitud a nuestra desgracia; porque a cambio de la muerte, me bendijo con la revolución y con ese día en que viniendo de las tierras del sueño, apareciste ante mi.