Rita Guerrero. En el Corazón.
"...Qué importa la vida
si la muerte es la vida..."
Olvido
Siete en punto de la mañana. Sábado. Me despertaba el teléfono. Quien ha sido probablemente mi primer mejor amigo me lo dejó ir a bocajarro.
-Falleció Rita-.
Él y yo siempre nos hemos entendido. No hacía falta decir más.
Estuve un rato aturdida y sin poder despertar del todo. Intentando dejar atrás un año caótico pensé que exageraba la nota. Pero al volver a escuchar lo mismo cuando de nueva cuenta sonaba el teléfono, supe que apenas nuestras reacciones eran naturales.
Así de importante era Rita para mí y para mis amigos de toda la vida.
Fue extraño; y terrible e imborrable. Como esa otra ocasión en que el mismo quien me despertó esta mañana, me telefoneaba al amanecer porque no podía esperar al día para decirme tienes que escuchar este disco.
A mis amigos nacidos en los 70 les debo la pasión y esa cierta y bendita música. Por eso la primera vez que escuché a Rita me callé la boca y traté de aprender. A ellos les debo mi añeja obsesión por su voz como relámpago de terciopelo. Y ella -poca cosa- le debo la cordura en los días brillantes pero cegadores de mi adolescencia.
No supe si en la mañana del sábado, me entristecía tanto el nunca haberla visto a los ojos y por eso, creerme fuera de lugar sintiéndome tan mal; o lo que dolía de veras era simplemente sentir lo que no podía evitar sentir.
Eres el ruido que me mantiene despierto dijo una vez una de mis sirenas. Y entre todas; entre las más queridas; Rita tuvo siempre un lugar privilegiado.
Freno de mis lágrimas. Ángel oscuro que ha amortiguado juntos lluvia y maledicencias. La única que me cantó noche tras noche la primera vez que dejé la casa. Tal y como mi madre hubiera hecho; hasta recuperar la fuerza.
Un día quieto y soporífero confirmaba las sensaciones. Las horas que transcurren como en cámara lenta, tan propias de la pérdida y las despedidas, trajeron consigo recuerdos que en general prefiero no remover. Mi padre fue a la vez mi abuelo y mi tío menor. Dije adiós al primero a los 7 y al segundo a los 14. Pasé con gracia los 21, aunque no muy segura de si habrá otro hombre para mí. Afortunadamente sé bien que ha habido muchas mujeres. Son sin duda esas sirenas el viento que impulsa mis velas.
En alguna parte leí que uno no existe si no es porque alguien piensa en nosotros. De mi parte Rita querida, siempre tendrás una humilde memoria quien te piense un poco cada día.
1964-2011
Por Palomita*
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