Hace poco empezó a correr la noticia de la lamentable muerte del hijo de Javier Sicilia, uno de los escritores más importantes de Morelos. Como es de esperarse muchos se han unido a la pena de la familia y en sus estados (incluyéndome) hemos posteado la siguiente consigna:

ACCIONES URGENTES: Por el repudio a la muerte de Juan Francisco Sicilia, hijo de nuestro
amigo, compañero y poeta Javier Sicilia. Ambas a las 18 horas, en el zócalo de Cuernavaca ofrenda floral y en El Barecito conformación de desplegado, recolección de firmas y posibles acciones para exigir ALTO A LA VIOLENCIA DIARIA


No deja de ser una noticia terrible y escalofriante, pero lo que es más espantoso es que llevamos tanto tiempo sin decir nada. Sin actuar, sin verdaderamente exigir, se organizan marchas por la paz o eventos pero todo se queda en la euforia del momento. Acá, en Morelos diariamente son encontrados muertos, torturados y decapitados. Lamentablemente parece que nos hemos acostumbrado a vivir así. A quedar atrapados una balacera, a que asalten una ruta, a ver en la pantalla de nuestro televisor imágenes terribles. Pero, ¿qué podemos hacer? no dejar que nuestras quejas mueran o se queden atrapadas en estatus de facebook, platicas entre cuates, notas de periodico. Olvidémonos de partidos, colores o posiciones sociales. Todos podemos resultar heridos, nuestros hijos, abuelos, amigos.
Dejemos de ser idealistas. Hagamos cosas concretas. Debimos de haber detenido esta barbarie desde el primer muerto. Ellos, las instituciones gubernamentales trabajan para nosotros. Nuestros votos pusieron a los gobernantes en donde están, Nuestros impuestos. Nuestras vidas parecen estar a la merced de ellos y no hacemos nada.
Que se haga lo que se tenga que hacer, marchas, desplegados, eventos, libros, no sé.... pero que el gobierno se de cuenta que estamos hartos y que de una vez por todas asumimos la responsabilidad que tenemos como ciudadanos: exigir la seguridad por la cual pagamos y si no la exigimos, trabajar por conseguirla.

El problema, es que no entendemos las dimensiones de los problemas hasta que nos sucede a nosotros mismos, a un familia o a una figura pública, como lo es el caso del hijo de Javier Sicilia.