Crónicas Perdidas: Tere Estrada en el Manojo

by - julio 16, 2009


Sirenas Hechiceras.
Viernes 12 de junio. 2009

Mi fijación por lo femenino me impide ver el conjunto. Probablemente el crecer entre mujeres con un concepto particularmente mesiánico de la femineidad me definió más de lo que quisiera.
Ese pequeño gran universo femenino también se compuso de tantos sonidos que aún después de años, me permiten recrear mi infancia con sólo cerrar los ojos escuchar. El mundo donde una primavera cantaba a los primeros rayos de sol mientras la radio matinal tocaba un guapango de Linda Rostand, fue capaz de desatar en mi una pasión eterna por la música; y de anclarme del todo al ideal mítico donde la mujer es tanto madre universal como Dios humanizado; ángel, quimera o soldado en guerra. Pronto lo femenino y el sonido se convirtieron a mi entender infantil en una sola gran fuerza. Una que gradualmente descubrí, podía llamar simplemente música.
Fascinada por las cualidades de la voz femenina y renuente a escuchar otra cosa que no fueran chicas cuya figura pudiera admirar, imitar, perseguir en carrera a la adultez y en definitivo con cual identificarme en un panorama turbulento; fui atraída a seguir la senda mágica de innumerables sirenas que arropasen el sueño en las noches más oscuras.
Por un momento llegué a la conclusión de que podía llamarlas sirenas. Parecía la palabra correcta. Era concepto, adjetivo, mito. Genio, figura. Virginia López y María de Lourdes. Grace Slick, Siouxsie Sioux, Patti Smith. Shirley Manson, Margot Timmins, Rita Guerrero, Sara Valenzuela. Patsy Cline y Loretta Lynn. Aimeé Mann, Eleni Mandell y Neko Case. Todas sirenas. Todas mis diosas. Lo que no sospechaba es que hacía falta una más. Una que sabe lo significa ser hechizado por su propia estirpe; pero sobre todo, que ha visto el confín del universo a través de los ojos de todas ellas.
Teresa Estrada; socióloga egresada de la UNAM, estudiosa de la contracultura; aguerrida investigadora, periodista, cantautora y gurú del rock femenino en México estaba de pisa y corre en el centro cultural El Manojo; trayendo en medio de una gira por los Estados Unidos la segunda edición de Sirenas al ataque: historia de las rockeras mexicanas; que más que un libro resulta una verdadera odisea por casi sies décadas de música y valquirias incendiarias al rescate del alma moribunda del rock nacional.
Una charla-concierto a empezar en punto de las 8:30 pm el día 12 de junio, quedó confirmada por la redacción con anticipación; lo que me permitió planear una escabullida del trabajo alegando un evento de urgencia en la escuela por la tarde-noche del viernes .
Para ese día, sólo sabía que de ninguna manera me iba a perder el asunto y que sin mucho esfuerzo- cosa rara últimamente- me levantaba de buenas. Para las cinco de la tarde y luego de una comida escasa; me concentré en cumplir pendientes y dejar todo a punto para escapar en cuanto fuese posible. Mientras luchaba por domar un primitivo monstruo fax que no dejaba de escupir hojas, sintonicé Alterna Fm.
Aldea Global me reconforta sobremanera en estos días. Se ha vuelto un pequeño oasis terapéutico de quietud. Escuche a Los Aguacates, a Hello Seahorse! y a (extraordinaria) Koko Taylor en algo así como un designio revelador. Luego, la dupla dinámica anunció que en compañía del Tigre; Tere Estrada se encontraba en cabina. La hora en pro de mi salud mental se convirtió en un cóctel de acelere en el que no podía hacer más que pensar en irme y caerle al Manojo.
El 15 de abril pasado fue lanzado a la venta la segunda edición de Sirenas al ataque; una tesis que de la mano de Océano y actualizada hasta el año 2006 da continuidad a la anterior edición (Historia de las mujeres rockeras mexicanas 1956-2000) publicada originalmente por el Instituto Mexicano de la Juventud.

Recién desempacada de una serie de paradas por los Estados Unidos (la II Feria Mexicana y Latina del Libro de la Northeastern Illinois University y el East Harlem Café en Nueva York) y de camino a Cuautitlán Izcalli, Tere Estrada continúa en el camino que la ha llevado por España, Noruega, Dinamarca y Los Estados Unidos llevando la historia de la mujer rockera mexicana. Más que entendida en las artes de la música alternativa y modus vivendi del artista independiente, Tere explora su lado de sirena por medio de su proyecto que mezcla rock & roll, blues, un poco de bossa, algo de jazz y mucha urbanidad en un logro; que vuelve la teoría y la exploración externa una filosofía para el día con día.
Mientras trataba Aldea Global, disertaciones ajenas sobre si junio era o no tiempo de guayabas, me hicieron perder el hilo a la narración de las audaces MaryJetts; piedra angular en el rock femenino eléctrico mexicano de todos los tiempos y sirenas madre de toda una camada de damas visionarias. Intenté fallidamente escapar al rincón para escuchar, pero la mitad de la plática se me había esfumado y sólo pude escuchar una rola. Era Sirena hechicera; del último álbum en vivo, que la misma Tere sugirió a Paco López para tocar en vez de La reina del estriptis.
Poco antes de la hora acordada escapé. Tome un baño rápido y me deje caer en la cama a escuchar con calma el bellísimo y oscuro Fox confessor brings the flood de la hermosa Neko Case, que me tiene particularmente embelesada. Mientras, me empaqué unos dulces poblanos de leche y esperé la hora de partir.
Bien entrada la noche todo lo que hice fue pedir un taxi. Ya había tomado la iniciativa de llevar como presente una camiseta con la imagen de La Wacha.
Eran poco más de las 8 cuando me encontraba ya frente al manojo. Estaba contenta pero relajada; pero poco me duró.
Como me lo esperaba, mi pánico con las personalidades y nula destreza periodística pudieron más que la intención de entrar al ruedo. Decidí que podía esperar por Puma unos cinco minutos más. Pero como apareció antes de cinco minutos no hubo más que darle prisa al asunto. El Tigre; extraordinario anfitrión y profeta absoluto del evangelio alternativo, nos llevo a la sala y nos presentó con ella de inmediato. Me sorprendieron sus ojos verdes; tanto como que la primera impresión no fuese la mejor.
Porque tengo que admitirlo. Luego del discurso atropellado sobre quiénes somos y qué diablos que hacíamos abordándola antes de empezar el show; vino la petición de un saludo en video para los cibernautas asiduos a la Wacha. Tere respondió con un si directo y simple, sin prestar -me pareció- demasiada atención al relato peregrino del foro cultural y la prensa independiente. Añadió que si necesitábamos una entrevista le moviéramos porque no tardaba en empezar la presentación y que luego probablemente no habría oportunidad.
Ciertamente me pareció fría. Los veía a todos demasiado relajados como para tanta premura. Pero con lo ingenua y de paso mala periodista que soy pensé que estaba ligeramente agobiada por el momento y que en el fondo quería que nos apapachase por el hecho de hacer lo que hacemos. Así que continúe lo mejor que pude. Grabamos rápidamente un pequeño saludo, preguntamos sobre las fechas próximas (Plaza de las esculturas en Cuautitlán Izcalli) y le ofrecimos el pequeño presente. Seguí pensando que no era necesario apresurarse tanto; que tampoco había una cola de medios para entrevistar y que probablemente no fuera del tipo de sirenas que usan camiseta.
Ahondando en los detalles, pronto se llegó la hora de empezar el show. Pensando en que no habíamos logrado compenetrarnos como teníamos planeado, Puma y yo tomamos rumbo a la mesa. Antes nos despedimos y aseguramos nuestra presencia en show. Nos respondió con una bienvenida reiterando que podríamos platicar más tarde y que la idea de la presentación, más que exposición se trataba de una dinámica con los presentes. Ahi pensé que tal vez soy algo exagerada aunque no estaba segura. Sin duda no había visto nada.


Rescatando del olvido y reuniendo de nuevo a las primeras cantautoras e intérpretes que se atrevieron a dejar de soñar y hacer realidad su música; Tere Estrada conjunta en casi 400 páginas de historia, a las pioneras no sólo de lo que más tarde sería el nuevo rock mexicano hecho por mujeres; sino a verdaderas guerreras que enfrentaron por primera vez el sistema y la doble moral de la sociedad de los 50. Durante la plática, Tere dejó en claro que el éxito creativo y artístico no es inherente al reconocimiendo público ni al alcance comercial. Prestando atención a las dudas del publico Tere invocó las memorias de Gloria Ríos, Marta Agüero, Queta Garay, Leda Moreno o Ela Laboriel -por mencionar algunas- en un breve recuento a una investigación que tomó más de 10 años pero que al final establece históricamente los albores de la disciplina.
Con anécdotas sobre el duro camino a recorrer, Tere recrea los años de intransigencia y represión donde ninguna muchacha de buenas costumbres tocaba o cantaba -mucho menos rock & roll- y donde chicas como Vianey Valdez y Yolanda Dávila no tuvieron más que romper de tajo las relaciones con familia y sociedad para ir en pos de la música.
Se detuvo para recordar a mujeres como Mayita Campos y Baby Bátiz, lo mismo que a Gilda Méndez, Carmen Ochoa y a tantas jóvenes sirenas navegando en años de reacomodo social y terror político. Narró su experiencia personal en los hoyos fonqui: experiencia marcada por petardos y slam embravecido; pero sobre todo por la consiga setentera de que las chavas no van a los toquines. Nombres como Cecilia Toussant, Brenda Marín y Angélica Infante relucieron ante el recuerdo de los primeros días del México contemporáneo; antesala de las crisis económicas y de identidad. Luego; figuras como Rita Guerrero, Rosa Adame, Ely Guerra o Magos Herrera; como herederas más de medio siglo de nadar contracorriente y estandarte de la nueva etapa que continua la pelea.
La tocada comenzó con la pena de darle fin de una vez a la plática. Mágico momento de blues y hechizo rocanrolero que sólo es capaz de emanar de sirena. Tere Estrada transita del rock orgánico; bien asentado en la urbanidad de tesitura contemporánea y a la vez rupestre; en comunión siempre con el alma del blues. Junto al genio en la guitarra de Darío Federico; mayorazgo de las cuerdas que desató un torrente de filosos riffs que cimbraron la noche; Tere ofreció un íntimo y cósmico ensamble de acústica y poesía.
Entre Torbellino de entregas y Oye Chava, concedió a nuestra mesa La Sufricienta, con todo y sus ecos a go go, e hizo ceder a los presentes ante el encanto minimalista de la canción rupestre y a la sofisticación de los sonidos jazz.
Desbordada la media noche; después de atender el acercamiento de su público, Tere nos recibió de nuevo. Con gusto y sencillez intercambió su dirección de correo electrónico y nos invito a mantenernos en contacto. Firmó nuestro libro y bromeamos un rato. Pude hablarle brevemente sobre nuestra sección de chicas; sobre el interés personal y de nuestros lectores en todas ellas y sobre la poca información con la que contamos -incluso los periodistas- en torno al fenómeno nacional y global de la mujer en la música. Me animó señalando que lo valioso es que proponga algo para cambiar eso y que los cambios nunca comienzan con saltos, sino con pequeños pasos.
Sin duda, su trabajo en Sirenas al ataque, es un gran salto. Nosotros intentaremos seguir dando pequeños pasos.
Al terminar la velada quedé complacida. Definitivamente Tere es una de las sirenas que hacían falta en mi mitología personal. Me recargué de energía para continuar tratando de hacer que mi fantasía; mi gusto, mi admiración y mi ideal creativo se conviertan en una propuesta que les sirva de algo a todas las que sin temor navegan en alta mar y a todas las que están dispuestas a lanzarse a la aventura. No sé si pueda ser una verdadera periodista. Aunque vale intentarlo. Por todas mis sirenas vale intentar cualquier cosa.




Por Palomita Rodriguez**





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