Para reírse hasta de la muerte, los mexicanos. Para calor, el del cinturón de fuego. Y para sabor del bueno, El Sonido Psicotropical primero.
Con ecos de Manu Chao y la raza sonidera; revoloteando entre la Guaracha, La Chilena y el Guaguancó; fieles al Reggea y a Compay Segundo, a la onda funky, al blues y al punk más experimental; El Sonido Psicotropical convirtió una noche ya de por sí especial, en una gran celebración de vida y música.

Desde El Manojo- uno de los magnos epicentros de la escena cultural morelense- y a propósito de nada menos que su 5to aniversario; se presentaron este sábado 9 de mayo; Orlando, Rodrigo, Ernesto, Gabriel, Eloísa y Norma; quienes en poco menos de hora y media, nos llevaron de viaje por las entrañas de la tierra caliente. Ahí donde apenas cabe un mágico fervor por la música y un público embelesado por el arrullo de la tradición latinoamericana.
Verdaderos iniciados en el arte místico del son jarocho y el canto Yoruba; estos defeños bendecidos por los Orishas comulgan con el más arcano folklor, y al tiempo; con la experimentación y la sicodelia.
Ya sea en la voluptuosa ensoñación que es Ácido, o en el arrobador Son Jarocho El tigre del Monte (dedicado con particular cariño al Tigre Hernández); la lírica vital; de fogosa sensualidad e hilarante poder expresivo; hace de los soneros psicotrópicos un hechizo de pasión y fuego que conformado por una serie interminable de músicosmágicos; se da vida -desde hace aproximadamente cuatro años- a un proyecto único: una orquesta de fusión nacida orgullosamente en suelo mexicano.

Al borde la media noche; varios caballitos de ponedor torito de mango mediante y a regañadientes del publico que pedía más; culminó una ceremonia galana como pocas.

Y como no. Esfuerzos por la cultura no se celebran todos los días.

Palomita Rodriguez**