Victor Manuel Contreras, el creador.
Por: euGENIO ZAMORA MOJICA
Canijo, autentico, talentoso y rebelde son unos cuantos adjetivos que bosquejan la personalidad del escultor jalisciense Víctor Manuel Contreras. Aquel que oriundo de Atoyac, llega a Morelos en su corta edad, para encontrar el paraíso cómplice del nacimiento de importantes obras que darán la vuelta al mundo. “Yo llegue a Cuernavaca desde muy chamaquito, mis abuelos y mis padres venias con frecuencia a pasar fines de semana en Cuernavaca, y yo me enamore del lugar, aquí conocí a importantes figuras del arte y la diplomacia mexicana, aun que yo no tenía edad para estar entre ese grupo de personas que forman parte medular del siglo XX”. Pero gracias a los exponentes con los que Contreras se rodeaba y el gusto por las artes, siempre latente; el escultor encontró en la escuela de San Carlos la puerta de entrada a una aventura que terminará nuevamente en Cuernavaca.
“A los 16 años me llega la oportunidad y de inmediato la tomé, me las arregle y me fui. Al año que se acabo mi beca en Estados unidos, me llegó una beca en Alemania, estuve 3 años allá, y posteriormente en Italia 2 años, y ahí me dan la oportunidad de ir a Paris becado en la Escuela superior de Bellas Artes, donde estuve 5 años estudiando arquitectura, el estudio en ingeniería para la estructuración de mis obras, y todo eso me sirvió muchísimo y después de 5 años allí, regrese a México”. Pero su llegada a México con el conocimiento, madurez y educación adquiridos en Europa, logró que Víctor Manuel entendiera la realidad de la sociedad cuernavacense “Yo veía que aquí la gente son medios riquillos, medios fantochones, creciditos, arrogantes; pero gente muy linda que yo quise desde el primer momento, pero como dicen -amor no quita conocimiento- los amaba pero no dejaba de reconocer lo pretencioso que eran los medianos políticos, la clase emergente socialmente, los “recién llegados” como decimos en Francia; o sea, que llegan por una lotería, por una mujer rica, o porque alguien se murió antes de tiempo y le ayudaron a morir, o no sé, pero hicieron fortuna. Pero no tanta, pero ellos te lo presumen”. Sin embargo, Contreras, como bien lo dice, solamente había reconocido lo que Cuernavaca muestra, esa parte que solo yéndose y regresando puede entender mejor uno.
No obstante, los recuerdos, los momentos, los sueños y amistades forjadas aquí, eran mayores que la altivez de los guayabos. “Lo curioso es que yo amo a Morelos con toda mi alma, tengo 43 años aquí, de todas mis obras, las más trascendentales se han hecho en Cuernavaca”. Pero para el maestro Contreras, no solo Cuernavaca y su natal Jalisco eran motivos geográficos para extrañar a México, ahora Guerrero se había convertido también en otro inspirador escenario “Un rector de la universidad de Guerrero me invita a que vaya un domingo a una boda, típica de los guerrerenses, fui y me enamore de ellos; de su comida. Me gusto tanto Guerrero y la gente tan linda como es, que dije –no importa donde esta uno, si no, con quien esta-.” Fue precisamente en Guerrero donde nacieron importantes obras como El himno al trabajo (1972), Proyección del hombre hacia el futuro (1972) y Escudo de armas del estado de Guerrero (1973).
Contreras y Dios.
Contreras se considera afortunado, pero no enriquecido de fortuna por ser elegido; Víctor Manuel se eligió para lograr lo vivido “Yo mi vida no la vine a vivir a los pendejo, yo mi vida la vine a vivir intensa e inteligentemente, no hay un minuto de que me arrepienta de lo que hice, porque todo fue porque me dio la gana, y me lo perdono cuando el mundo me lo condena”, comenta el escultor. Pero muchas de las experiencias ocurridas alrededor del mundo las comparte con Dios, a quien le profesa una genuina fe que no necesita fanatismos, ni presunciones “Dios y yo nos saludamos todas las mañanas, platicamos, hablamos de sus hijos y somos muy felices. Tengo una filosofía muy bien cimentada en un juicio y razonamiento que obedece a la naturaleza en todos aspectos, entonces, cuando yo oro o medito, habló con Dios; pero cuando me inspiro, él habla conmigo”, explica el artista.
La Paloma de la Paz.
La paz y el amor a los demás que su filosofía le genera se proyectan en sus obras. Y es precisamente La Paloma de la paz (1976), estructura creada por el maestro Contreras, aquel emblema cuernavacense que recibe y despide aquel que pise nuestra tierra, “Cuando tú llegas la palomita se abre de alas, para acogerte en su seno. Y cuando te vas, es una gran semilla. Esto quiere decir que fecunda la paz en tu corazón; y en ese vuelo tan efímero que es la existencia, hagas llegar esa paz a los demás. Así como para mí fue Cuernavaca al llegar, y lo sigue siendo a pesar de los eventos estúpidos, es un remanso de paz”, explica su creador. Fue el pasado 23 de septiembre del 2010, cuando el alcalde de Cuernavaca acompañado del escultor Contreras y un sequito mediático se hicieron presentes en la glorieta que reguarda la escultura, el motivo; dar inicio a las obras de remodelación del inmueble, mismo que contará una cascada, espejos de agua, fuentes, canales y jardines con variedad de flores. Esto lo declaró el gober Martínez Garrigós.
Crítica social.
La trayectoria de Contreras se ha visto envuelta en muchos círculos, desde el humilde artesano, hasta la monarquía y de ahí a aquellos que sienten tener la sangre azul “Creo que la gente humilde es más sana, como el artesano, Arte Sano; porque son espontáneos, son gente linda, sensible. Por otra parte está el intelectualoide, el mediocre, el riquillo, el estúpido, erguido, politiquero, que busca que un partido le de dignidad o engañar a un pueblo para que le de poder, y ya que está allí se vuelve tirano ante el infeliz que lo apoyo, ante el que lo hizo crecer y valer, porque se arrastro como gusano para llegar a donde está y no reconoce el merito de los demás, más que el propio, que no existe; vive engañado él mismo”. Pero estos juicios sociales, quizá, le son más fácil determinarlos por aquel contraste social que le fue mostrado en Europa “Viví 5 años con la familia imperial de Rusia en exilio, la nieta de María Fiódorovna, la emperatriz de Rusia, y conocí lo que son los aristócratas, no los de Polanco, esos cuando conoces a los verdaderos aristócratas te dan lástima, porque nada mas tienen dinerito, pero les falta la fineza, la educación, la sensibilidad, la cultura por siglos heredada”.
Pese a esa crisis sociopolítica por la que nuestro país atraviesa, el artista confía en nuestra gente sin deslindarse de sus realidades “México es un viejo pueblo, y una muy joven nación con solo 200 años, pero si usted habla con un indígena, una persona de pueble, se dará cuenta que la sabiduría heredada no la ha perdido; es el mesticito, el mediocre, esa clase media que no es lo uno ni lo otro, es la que es lamentable, es hiriente en su proceso de realizarse, son etapas, también va a evolucionar, también crecerá si se da el tiempo, pero por el momento vemos que la mayoría dentro de los núcleos de poder que rigen los destinos de las nuevas generaciones, no hay la suficiente madurez, ni el coraje, ni la voluntad, ni la verdad que se necesita; la verdad no se discute, por eso digo que toda la verborrea que nos echan, el pueblo la discute porque sabe no es tonto, por eso tengo mucha fe en el pueblo de México y su gente humilde”. Y es que la clase política siempre sale a relucir brindando chuscos e involuntarios momentos que iluminan las críticas que hace el maestro Contreras “Una vez que yo hable con X gobernador me dijo –Entonces como quien dice, usté viene desde abajo- y le dije –No gober, vengo desde el principio, no desde abajo; orá que estoy arriba, es abajo, por que los gobernadores van a la cárcel y los presidentes al carajo, porque el pueblo los rechaza. Entonces nacer pobre no significa nacer pendejo-”. Definitivamente queda claro que en el arte como en otros ámbitos el trabajo de los supestos servidores públicos queda delegado independientemente de sus malos papeles, tal como lo comenta Contreras “No necesito un gobernador o un presidente para que mi obra trascienda, ya se jodieron en sus puestecitos, unos cuantos años y al rato nada. La diferencia entre un político y un artista es que el artista trasciende, si de veras es artista, su época y el político vive su momento. ¿Quién era el rey de Francia cuando Miguel Ángel hizo la capilla Sixtina? Nadie sabe, pero todos saben quién es Miguel Ángel”.
Como es evidente el sistema político y la nobleza mexicana le resultaran vacios, innecesarios; tan alejados del arte y la sensibilidad necesaria para entenderlo; esto puede llegarse a convertir en miedo, en persecución, tal cual se lo advirtió el pintor Tamayo en una ocasión “Una vez recibí un consejo de Rufino Tamayo cuando vino a una exposición mía en el Jardín Borda, me dijo –tenga cuidado porque usted hace una obra muy interesante y trascendental y en este país es un delito nacer con talente, y un crimen imperdonable tener éxito, cuídese- eso me marcó ¿por qué me lo decía?, si yo tenía el anhelo de convencer a los míos, de que los míos me quisieran, pero empecé a ver una serie de eventos que contradecían lo que yo soñaba e idealizaba”. Distinto a las experiencias vividas en México, el escultor se satisfizo sus ideales en tierras lejanas “En Estados Unidos, la gente era muy feliz de que yo fuera capaz de hacer esto y el otro, se alegraban. Después me encontré en Alemania, y resulta difícil impresionarlos, pues los alemanes son un poco ególatras, pero cuando había valor y merito, también había respeto, y aquí con frecuencia no se encuentra ese respeto. En Francia e Italia igual, especialmente Italia te deja libre le corazón para que expreses. En Francia se desarrolla la mente, han sido los amos y señores del pensamiento contemporáneo”. Con esto, conocía el gran merito de aquellas sociedades; se hacen crecer en conjunto y no de modo desigual “Te vas dando cuenta que son sociedades que se conforman en un dialogo constante pero al mismo nivel, muy homogéneos, mientras que en nuestro país desgraciadamente, de un mexicano a otro hay siglos de civilización que nos separan; no que no podamos llegar, pero esto lleva tiempo”.
De regreso a México.
Cualquiera que oyéramos al escultor nos preguntaríamos ¿Por qué regresar a la tierra que hoy veo tan desbalagada social, económica y culturalmente? “Cuando estoy en Europa no hay espacio en donde trabajar, tenía que ir a la escuela a hacer mis trabajos en los espacios de estudio, pero tenía que salir de Paris a los suburbios para tener algo. En mi país soy libre, no tengo que presentar pasaporte cada que tomo un tren para ir a Jalisco o a Guadalajara, o alguna otra parte. Tengo ese derecho por haber nacido en mi país, independientemente de las castas castrantes que se dan en este país. Soy feliz aquí, me siento con el derecho”.
Sin embargo y pese a todo, Víctor Manuel Contreras se ve feliz, satisfecho, pleno. Su obra se conforma de 76 obras en 34 países, todas públicas, ninguna privada, y hoy continua trabajando. La charla con el maestro Contreras finaliza con una frase lapidaria “La misión del arte es, hacer la vida más rica en sus dichas, y empobrecerla en sus desdichas”.
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