Explosión
Llevo varios días con un dolor de estómago terrible, un estreñimiento doloroso e incomodo que me ha mantenido en un sopor indescriptible. De pronto un remolino dentro de mi vientre anuncia un posible alivio.
-¡Señor, permiso para ir a cagar!
Después de que mi coronel me da su consentimiento, me alejo del escuadrón. Estamos en la mitad del desierto. La misión: Cuidar las torres de petróleo de nuestros amigos árabes. Busco algún lugar para desechar. Veo a lo lejos un matorral. Me acerco silenciosamente. Debo estar alerta, en cualquier momento nos pueden atacar. Con mi rifle apunto a las plantas. Nada se mueve. Miro alrededor y me cercioro que nadie este cerca. Pongo el arma parada verticalmente recargada sobre mí. Me quito el pesado cinturón. El pantalón queda flojo. De pronto un ruido me asusta. Veo dentro del matorral una serpiente de cascabel en posición de ataque. Camino unos pasos mientras mi estomago produce sonidos de desesperación. Me retuerzo. Cerca de ahí encuentro una vieja llanta de algún Jeep, esta quemada. Me siento sobre ella para cagar. Veo a lo lejos clavado en la tierra mi rifle. Me levanto por él, sin él no soy nada. Me bajo el pantalón, el silencio me confunde. Me siento inseguro. De pronto no responde mi cuerpo y nada quiere salir. Alcanzan a salir tres gotas de orina. Tomo mis binoculares irritado y observo a través de ellos el horizonte. El maldito desierto se extiende hasta el infinito; los guardo y escucho aviones pasar cerca de mí. Me levanto de golpe y veo como vuelan por encima de nosotros dando vueltas velozmente. Oigo disparos, gritos unirse en una melodía bélica. Sueltan varias bombas... ¡Boom! Explosiones, fuego, muerte y mierda... sí, ahora sí me cagué.
-¡Señor, permiso para ir a cagar!
Después de que mi coronel me da su consentimiento, me alejo del escuadrón. Estamos en la mitad del desierto. La misión: Cuidar las torres de petróleo de nuestros amigos árabes. Busco algún lugar para desechar. Veo a lo lejos un matorral. Me acerco silenciosamente. Debo estar alerta, en cualquier momento nos pueden atacar. Con mi rifle apunto a las plantas. Nada se mueve. Miro alrededor y me cercioro que nadie este cerca. Pongo el arma parada verticalmente recargada sobre mí. Me quito el pesado cinturón. El pantalón queda flojo. De pronto un ruido me asusta. Veo dentro del matorral una serpiente de cascabel en posición de ataque. Camino unos pasos mientras mi estomago produce sonidos de desesperación. Me retuerzo. Cerca de ahí encuentro una vieja llanta de algún Jeep, esta quemada. Me siento sobre ella para cagar. Veo a lo lejos clavado en la tierra mi rifle. Me levanto por él, sin él no soy nada. Me bajo el pantalón, el silencio me confunde. Me siento inseguro. De pronto no responde mi cuerpo y nada quiere salir. Alcanzan a salir tres gotas de orina. Tomo mis binoculares irritado y observo a través de ellos el horizonte. El maldito desierto se extiende hasta el infinito; los guardo y escucho aviones pasar cerca de mí. Me levanto de golpe y veo como vuelan por encima de nosotros dando vueltas velozmente. Oigo disparos, gritos unirse en una melodía bélica. Sueltan varias bombas... ¡Boom! Explosiones, fuego, muerte y mierda... sí, ahora sí me cagué.
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