Aquella vez...

by - noviembre 17, 2008

Aun recuerdo y me río todavía,
Llegamos ese día como a las diez,
Después de estar en el famoso bar “La vía”,
Tomamos diez cervezas cada quien.
Sentimos el efecto de la bebida,
Y poco a poco se nos olvido la gente,
Recordaste que tu abuelo te dio llaves,
De la casa que estaba por vender.
Para limpiarla, por que una señora la quiera ver
Con lo poco que traía pague la cuenta,
Ya no alcanzaba para hotel,
Así que la casa de tu abuelo,
Por esa noche nos quedo bastante bien.
De camino me dijiste que no había muebles,
A lo cual no preste mucha atención,
Pues cuando el amor llega de madrugada,
Lo que uno quiere es calmar la tentación.
Adelante me pare en una farmacia,
-Dos cajitas de condones, por favor-
-No me ha dicho de que marca usted los quiere-
-Los que sea que tengo prisa, corazón-.
Al llegar me conquisto la casa,
Tenía garage y patio grande,
De dos pisos con alcoba con jacuzzi,
Tres recamaras y una cocina elegante.
Corrimos al segundo piso,
Llegando te aventaste hacia mi cuello,
Me quitaste el saco y la corbata,
Y poco a poco despeinabas mi cabello.
Ya mi saco entre tus manos,
Y al calor de una aventura distinta,
Lo aventaste por la venta,
Diciendo que en una película así hacían.
Siguiendo la dinámica en cuestión,
Tire tu abrigo yo también,
Me explicaste que todo caería al patio,
A lo que respondí que estaba bien.
La alcoba era alfombrada,
No sentíamos lo frió del piso,
La pasión, poco a poco acrecentaba,
E hizo de nosotros lo que quiso.
Seguías lanzando nuestras prendas,
Por la ventana con singular alegría,
Quedando desnudos por completo,
Ni pulseras, calcetines, ni tu pinza.
Continuamos con los besos de lengüita,
Y seguimos explorando nuestros cuerpos,
Querías que comenzara la relación,
Y te pedí que me esperaras un momento.

Te explique que en mi saco había guardado,
Los condones que compramos de camino,
Tu coqueta me dijiste –Yo te espero,
No te tardes que ya quiero hacerte mío-
Baje como un rayo hasta el patio,
El frió de la noche me erizaba,
Estaba desnudo por completo,
Y de nuestra ropa no encontraba nada.
Subí corriendo por tu ayuda tan valiosa,
Te explique que no había ropa abajo,
Miramos los dos por la ventana,
Y en la casa del vecino había quedado.
Un ataque de pánico me entro,
Ni llaves, celular, ni ropa,
La casa del vecino deshabitada,
Y tres rottweiler custodiando la casona.
Las ganas del amor también se fueron,
Huyeron al ver la situación,
Tu tronándote los dedos,
Yo comiéndome las uñas por la preocupación.
Encuadrados en una casa sin nada,
Ni muebles, gas, ni agua,
Mi carro se quedo como a dos cuadras,
Y el hambre estaba haciendo su llegada.
Sin otra mejor idea,
Te sentaste a llorar,
Lamentándote por haber tirado todo,
Te explique que debíamos actuar,
Para sacar nuestra ropa de algún modo.
Pensé en saltarme a la casa por la ropa,
Y lleve a cabo la idea que tenia,
Los rottweiler se acercaron poco a poco,
Y corrí poniendo a salvo yo mi vida.
Por más de una hora nos quedamos,
Sentados pensando en que hacer,
Ví tu cuerpo y dije –Ya ni modo,
Algo malo tenía que suceder-.
Trate con poco tacto sugerir,
Echar a andar esa idea que tenía,
-Mi amor, algo se nos va a ocurrir,
Mejor hagamos esta noche tuya y mía-.
-Estas loco, respondiste ofuscada,
-¿Cómo puedes tener ganas todavía?-
-Bueno, desnudos y encerrados,
Esperemos a que llegue bien el día-.
Beso a beso fui cambiándote la idea,
Cambiando preocupación por el amor,
Aceptaste mi trueque de inmediato,
Y comenzamos lo que había propuesto yo.
A mitad del acto me aventaste,
Diciendo que no había condón,
-Te recuerdo que tú los aventaste-
Y comenzaste a llorar sin explicación.

Me levante y me fui al baño,
Orinando analice la situación,
Habiendo perros seguro que habrá dueño,
Que traiga de comer al batallón.
Más tranquilo termine lo que estaba haciendo,
Sollozando todavía te encontré,
Bese tu mano intentando ser consuelo,
¡Algo peor todavía!, yo pensé.
El presentimiento que tenía no era falso,
Más certero y peor de lo que creía,
Me informabas que tu abuelo sin falta,
Los sábados venia a regar su bugambilia.
El cielo comenzaba a aclararse,
Un gallo a lo lejos escuche,
La situación comenzaba a obscurecerse,
A las ocho en punto llegaría el.
Trate de ocultar lo que pensaba,
Tu sentada buscaba solución,
Me acerque a la ventana con esperanza,
Me percate de que pasaba algo peor.
Nuestra ropa los perros habían deshecho,
Mi celular tirado por el patio,
Mi cartera mordisqueada alcance a ver,
Mi pantalón mugroso y desgarrado,
Mi camisa dividida ahora en tres.
Tus tacones rotos por completo,
Tu blusa manchada estaba,
Tu pantalón desgarrado del trasero,
Tu sostén sin varillas se encontraba.
No quise compartirte la noticia,
Te abrace tratando de evitar,
Que quisieras mirar por la ventana,
Seguro te ibas a desmayar.
El cansancio de tu ser ya se notaba,
Tus ojitos se empezaron a cerrar,
Que cayeras rumbo al piso yo evitaba,
Cuando algo nos hizo brincar.
Alguien abría la puerta principal,
Te abrace y al closet me metí,
-No saldremos- te dije muy seguro,
-Hasta que tu abuelo se vaya de aquí-.
Nos quedamos mucho rato ahí abrazados,
Esperando que tu abuelo nos hallara,
No sabíamos si ya era su hora de llegada,
Mientras tanto escuchamos algo así.
Harta me dijiste -Voy a ver,
Mi abuelo mientras riega canta-,
Te dije –Estas segura mujer-
Dijiste -Reconozco muy bien esa garganta-.
Fuiste abajo y no encontraste nada,
El ruido parecía venir de otro lugar,
Me asome por la ventana desdichada,
Y encontré lo acabábamos de escuchar.
Era el vecino alimentando a sus perros,
Mal encarado examinaba nuestras ropas,
A señas le explique que eran nuestros,
Los objetos que destruyeron las fieras con sus bocas.
Apenado se acerco a la ventana,
Le explique a groso modo lo que paso,
-No hay problema, yo les presto algo de ropa,
Y si quieren darse un baño, aquí hay jabón-.
-Muy amable- le dije con reserva,
-Nos vestimos y nos vamos ya,
Yo le dejo por la tarde aquí sus prendas,
Y no es por apurarlo, pero préstenoslas ya-
Corriendo fue el señor a la casa por dos mudas,
Por la venta nos aventó la ropa,
Un pantalón viejo que él tenia,
Una camisa, un pans y unas botas.
-¿No tendrá otra playera?- le grite,
-Si me espera, orita se la traigo-,
-Gracias- le indique con la mano.
Y te dije –¡mi amor, estamos a salvo!-
En lo que yo me ponía la playera,
Te ayude por la ventana a saltar,
Mientras el señor calmaba a sus fieras,
Que ladraban como el juicio final.
En lo que tú lograbas llegar a la casa del vecino,
Se escucho el cerrojo que lo abrían,
Me asome por la escalera y vi a tu abuelo,
Que venia silbando una melodía.
No quise alarmarte,
Espere a que saltaras a la casa,
De inmediato me salte también,
Tu abuelo hacia el jardín se dirigía
De nosotros saber ya no podría,
Llegamos a la casa del vecino,
Y salimos de ahí como pudimos.
Me despedí urgido de huir de aquel lugar,
Tú ni a la cara lo miraste,
Por la pena de cómo nos fue a encontrar.
Caminamos dos cuadras a mi carro,
Y nos fuimos.
De camino tú tocabas mi pierna,
Yo nervioso manejando apresurado,
Mientras me mirabas suspirando,
Te acercaste a mi oído susurrando,
-Tengo una idea loca- me decías,
-Espero cumplirla quieras hoy-
-Si me dices tu idea te contesto-
-Es muy loca te lo advierto, corazón-.
Te mire y adivine tu pensamiento
–Esta noche a las ocho voy por ti-
-Yo me encargo de las llaves más al rato-
-Yo que pases una noche muy feliz-.
Y así repetimos la experiencia,
Una o dos veces por mes,
Procuramos ya no tirar nuestras prendas,
Evitando que ocurra lo de aquella vez.



EZM (2008).

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