Guns n´ Roses en México.

by - octubre 19, 2011

Por: euGENIO ZAMORA MOJICA


 





Esperado, tardado y exitoso; son los 3 adjetivos que describen al concierto de anoche de los Guns n´ Roses, en el Palacio de los Deportes. Banda angelina, que ha dado mucho de qué hablar, y mucho que esperar. Los años no pasan a lo tonto, decía la abuela, y en el caso de los Pistolas y Rosas, todos sabemos de los devenires que les han impedido continuar con una carrera solida, e igualmente pujante, como en sus años mozos.

Pero pasemos a lo que hoy nos ocupa; el recital se prolongó hasta las 12:15 de la mañana, un público impaciente, caras dormitando, y compas a punto de dar el mal paso de borrachos, fue la atmosfera que vistió, las casi tres horas, que esperamos a Axl Rose y compañía. Una vez calientito el escenario, con la bandota de metal mexicano Ágora, se volvió a enfriar, a la tardanza de los oriundos de L.A.

Por fin arrancaban con los acordes de Madagascar; Axl Rose aparecía con los kilos de más, ya conocidos, y enfundado en una chamarrita de cuero negra y sus inseparables gafas, así como su paliacate frontal, y otro que casi le arrastraba, igual que la cadena que colgaba a su cintura.

Luces, explosiones y 3 guitarristas jóvenes y dos bajos fueron los encargados, no solo de ejecutar sus instrumentos, también de mantener pendiente, en todo momento, la atención del respetable, quien no perdía detalle en los movimientos de estos ninfos del Hard Rock.

Sweet chil o´mine, Welcome to the jungle, Rocket queen, You could be mine, Live and let die, Don't cry, Night train y Knocking on heaven´s door, fueron las canciones legendarias, entonadas en este concierto; fue precisamente en esta última, cuando el efusivo vocalista, dio un paso en falso, y cayó a un costado del escenario, el incidente no pasó a ser grave, pero supongo, si bochornoso para el ególatra interprete de Chinese democracy.

Guns n´Roses parecía haber cantado el esperado repertorio de antaño, pero en un sorpresivo acto, un piano adornaba el escenario, y con él, sonaban los acordes de un clásico del Rock; Another break in the wall, sonaba como nunca en la voz de Axl Rose. En súbito movimiento de teclas, Rose ejecutaría los primeros acordes de November rain, y con ellos, la ovación inmediata.

El domo de cobre vivió una noche eufórica, pese a las tardanzas de los avenidos, pero Paradise City, curaría cualquier decepción. Y así concluyo el primer toquín de la controversial banda angelina, con 19 mil almas coreando, una a una, sus rolas.

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