Simón dice...
El final de los 70s estaba presente, perecía no cesar esa estúpida represión heredada por presidentes doblemoralistas. Escuchar rock era un crimen, no se diga, parodiar nuestro entorno o decir groserías en un medio de comunicación. Pero cazar estudiantes, torturarlos y permanecer impune, eso no era malo, no para los mandatarios de la época. Y es precisamente en este contexto, en el año 79, cuando la capital mexicana es testigo del nacimiento de nuestro primer subversivo comic.
Simón Simonazo, era el nombre de tan genial publicación, en ella se relataban las hazañas de tres púberes de secundaria; Simón, El Patas y El Enano. Habitantes de Neza (Cd. Netzhualcoyotl, México, DF), fans del Tri y praganosos por excelencia, estos batos se hacían acompañar de personajes secundarios como El Yeti, La Xochitl, El Chino y una boa que tenían como mascota.
El desmadre, la burla, la hueva y la buena vida acompañada siempre de un buen Rock n´Roll era los elementos principales en este festín de sarcasmo. Pero si lo antes mencionado era poca cosa; Simón Simonazo se editaba más tarde (a principios de los 80s) en doblebook compartiendo créditos con otros singulares personajes; ellos eran el grupo Chiss, cuatro valemadrines súper héroes que se convertían en tal, una vez que expelían un poco de orina. La evocación al legendario grupo de Rock Kiss, era evidente, así como la diversión impresa en sus travesías. La censura en aquellos años no era un mito, pero esta, era evadida gracias al ingenio que sus misteriosos guionistas imprimían en los diálogos, ocultando, sin mayor esfuerzo, las palabrotas que no podían ser leídas por ojos castos; de esta manera se crearon vocablos como: ingada, wey, uta, webon, asi como la sustitución de majaderías por símbolos u otros caracteres; -hij%& de su Q#%&/-. Estos elementos harían clásico al controvertido magazín.
Simón Simonazo y Chiss se convirtieron en entes clásicos de esta generación ochentera, reflejaban bien la periferia del chavo banda; pero fue en la segunda mitad de los años 80s cuando la tira cómica dejó de publicarse. A mitad de los dosmiles se imprimió nuevamente intentando revivir los años de gloria que el pasado se llevó. La respuesta fue paupérrima, por lo que tuvo que abortarse la idea de continuar publicando el Simonazo. Las generación que alguna vez vieron su adolescencia reflejadas en el comic, ahora era adultos responsables, adaptados a la vida que repudiaron en décadas pasadas, algunos ya padres de familia, y en el mejor o el peor de los casos, hasta abuelos. Simón Simonazo y los Chiss y no pudieron contender con la avasalladora carga del internet y la innumerable cantidad de programas, caricaturas y publicaciones con sentido soez, que para principios de los 80s no había.
Hoy, esta publicación queda como fiel testigo de un interesante periodo contracultural, parte de la historia del joven mexicano. Una edición que se volvió clandestina cuando las “buenas costumbres” la satanizaron por irreverente, ni siquiera por fomentar el pensamiento, esto es el reflejo de un México ochentero.
Simón Simonazo, era el nombre de tan genial publicación, en ella se relataban las hazañas de tres púberes de secundaria; Simón, El Patas y El Enano. Habitantes de Neza (Cd. Netzhualcoyotl, México, DF), fans del Tri y praganosos por excelencia, estos batos se hacían acompañar de personajes secundarios como El Yeti, La Xochitl, El Chino y una boa que tenían como mascota.
El desmadre, la burla, la hueva y la buena vida acompañada siempre de un buen Rock n´Roll era los elementos principales en este festín de sarcasmo. Pero si lo antes mencionado era poca cosa; Simón Simonazo se editaba más tarde (a principios de los 80s) en doblebook compartiendo créditos con otros singulares personajes; ellos eran el grupo Chiss, cuatro valemadrines súper héroes que se convertían en tal, una vez que expelían un poco de orina. La evocación al legendario grupo de Rock Kiss, era evidente, así como la diversión impresa en sus travesías. La censura en aquellos años no era un mito, pero esta, era evadida gracias al ingenio que sus misteriosos guionistas imprimían en los diálogos, ocultando, sin mayor esfuerzo, las palabrotas que no podían ser leídas por ojos castos; de esta manera se crearon vocablos como: ingada, wey, uta, webon, asi como la sustitución de majaderías por símbolos u otros caracteres; -hij%& de su Q#%&/-. Estos elementos harían clásico al controvertido magazín.
Simón Simonazo y Chiss se convirtieron en entes clásicos de esta generación ochentera, reflejaban bien la periferia del chavo banda; pero fue en la segunda mitad de los años 80s cuando la tira cómica dejó de publicarse. A mitad de los dosmiles se imprimió nuevamente intentando revivir los años de gloria que el pasado se llevó. La respuesta fue paupérrima, por lo que tuvo que abortarse la idea de continuar publicando el Simonazo. Las generación que alguna vez vieron su adolescencia reflejadas en el comic, ahora era adultos responsables, adaptados a la vida que repudiaron en décadas pasadas, algunos ya padres de familia, y en el mejor o el peor de los casos, hasta abuelos. Simón Simonazo y los Chiss y no pudieron contender con la avasalladora carga del internet y la innumerable cantidad de programas, caricaturas y publicaciones con sentido soez, que para principios de los 80s no había.
Hoy, esta publicación queda como fiel testigo de un interesante periodo contracultural, parte de la historia del joven mexicano. Una edición que se volvió clandestina cuando las “buenas costumbres” la satanizaron por irreverente, ni siquiera por fomentar el pensamiento, esto es el reflejo de un México ochentero.
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