El escritor Stevenson, el doctor Jekyll y el demente Hyde.
Por José PUMA

Jekyll se convertía en un tipo solitario, ensimismado, que lidiaba con la cruda moral provocada por ese alter ego capaz de cometer barbaridad y media. Sin embargo nadie sospechaba que este nada temible doctor de delgada figura, se convirtiera en un señor Hyde; un tipo desalmado con menor estatura en comparación a Jekyll, de horroroso aspecto en sintonía con su mal humor, pero además, poseedor de una fuerza sobre humana, reforzada con espectaculares reflejos, y por si esto fuera poco, una inteligencia brillante, en combinación con su astucia.
La lucha interna entre Jekyll y Hyde era cada vez mas aguda, ya no era necesario beber ningún brebaje para que Hyde hiciera su aparición, y con él, un sin fin de problemas que Jekyll debía cargar. Cierto día el doctor decide encerrarse en su laboratorio, victima de una angustia que nadie puede entender, el mayordomo de Jekyll llama a Utterson, explicando que un extraño de espeluznante aspecto ha logrado meterse al laboratorio tratando de dañar a Jekyll. Después de mucho esfuerzo, Utterson logra acceder al laboratorio y descubrir un lugar en ruinas, testigo de una brutal batalla. Ansioso busca a su amigo entre vidrios, muebles y sustancias regadas por el suelo, pero solo halla el cadáver del cruel Edward Hyde, quien parece haberse suicidado. Jekyll jamás aparece.
Tiempo después; Utterson leerían las cartas de Lanyon, único espectador de las transformaciones de Jekyll a Hyde y viceversa, quien conoció la muerte en manos de Hyde. De la misma manera, Utterson conoció la versión de Jekyll por medio de una carta redactada en años atrás. Es quizá, esta la parte crucial de la historia, aquel episodio en que el autor de la obra, a través de su personaje principal Jekyll, explica ese desdoblamiento humano que vivimos día con día; el bien y el mal conviven a diario complementando un ser único con dualidades equilibradas, lo que los orientales llamaban el Yin y el Yan.
De esta manera se publica una obra que se califico en diversos géneros por su amplia gama de situaciones que en su momento atrapó la atención de miles de lectores. Algunas la llamaron “fábula”, otros “novela policíaca” y otros “novela gótica”. Lo cierto es que Stevenson formuló una teoría que varios años después plantearía Sigmund Freaud. Por otra parte, la novela se relaciona con estudios científicos de finales del siglo XIX, estudios que refieren a los efectos de sustancias químicas como el alcohol o las drogas, mismas que logran un grado de desinhibición en el ser humano, generando consecuencias morales y sociales.
Extra a lo mencionado, el desdoblamiento de Jekyll a través de su invento liquido, refiere a la marcada división social que vivía la Inglaterra victoriana, llena de hipocresía y/o doble moral, situaciones que no refiere necesariamente ni a Inglaterra, ni a la época de la reina Victoria; hoy la vemos en iglesias, congresos, cámaras y grupos de autoayuda.
Y por si todo lo antes mencionado resultara poca atracción para leer a Stevenson y su sensacional obra, déjenme decirles que esta es una de las historias que mejor describen la Inglaterra de aquellos años, con sus enredadas calles en las que el señor Hyde se escurría tras cometer sus sucios crímenes; calles llenas de niebla, con farolas de gas que palidecían el ambiente; un entorno como el que se vivía en Whitechapel con el legendario Jack, el destripador.
La obra de Stevenson ha dado la vuelta al mundo, escribiéndose y rescribiéndose para cine, teatro y televisión, a veces respetando la obra original y otras retomando el tema de los desdoblamientos de personalidad. Por todo esto, en LA WACHA rendimos este merecido homenaje, recomendando ampliamente la obra de Robert Louis Stevenson.
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