18 marzo 2010

El isomorfismo vampírico y el metavampirismo de Richard Matheson

Colaboracón de:
Ana Martínez Casas
He llamado metavampirismo, o hipervampirismo, a la corriente de la literatura vampírica que reflexiona y tiende a cuestionar las características biológicas de los vampiros como las únicas determinantes distintivas de su naturaleza. Es decir, su objetivo es que el fondo y la forma del texto experimenten con las facetas que las obras canónicas, hijas del isomorfismo vampírico (otro término que he inventado), han desconocido.

Richard Matheson destaca como el padre del metavampirismo por su novela Soy leyenda y por varios otros cuentos sobre el tema. En cada uno de sus trabajos es posible distinguir al menos un elemento tomado del isomorfismo vampírico, fagocitado y reinventado como metavampírico.

Vampiro (1980) es el ejemplo de un cuento en el que la forma sojuzga al fondo. En el relato la acción que se realiza es la de una conversión hombre-vampiro; la trama recae en un lugar común, mas sirve como plataforma para una extraordinaria narración que utiliza únicamente sustantivos, adverbios y verboides. Es decir, Matheson no se auxilia de morfemas determinantes o signos gramaticales, sino que simplifica la oración y la desnuda en sintagmas monopalabrísticos.

Dentro del metavampirismo, Matheson también retoma temas menos formales, lo que da como resultado Los vampiros no existen (1959). Éste, a diferencia de Vampiro, recurre al fondo en lugar de a la forma (que adopta un tono convencional del que carecen sus demás ficciones). Lo que el escritor intenta con Los vampiros no existen es una satirización del folklore y de las creencias populares de Europa Oriental, por eso es que el contexto se sitúa en Rumania. De igual manera, en la primera línea de la historia se puede leer: “A principios del otoño del año 18…”. Implícitamente, Matheson alude al Romanticismo, la corriente literaria del siglo XIX que se caracterizó por una extensa literatura de vampiros escrita por autores como Lord Byron, John Polidori, Bram Stoker, Edgar Allan Poe, y otros. Esto indica que su burla también se dirige a dicha época. Sin embargo, ésta no es notoria sino hasta el desenlace, cuando el lector comprende la relación título-cuento.

En su reflexión sobre el vampiro estándar, su origen y el involucramiento de los escritores románticos con la topografía y la tradición oral del Este de Europa, la sátira de Richard Matheson es puramente intelectual: un lector desentendido de los datos anteriormente mencionados, no la advertiría.

El mejor y el más metavampírico de sus cuentos es El vestido de seda blanca (1951). Digo esto porque gracias a él, Matheson sobresale como uno de los pocos escritores que han recurrido a la figura de un infante como cavidad contenedora del vampiro. Pero el valor literario de El vestido de seda blanca, así como de El Horla de Guy de Maupassant, se encuentra en su desuso del término para referirse de una manera etérea a la entidad que encarnan.

Tanto forma como fondo revisten el texto de una belleza ingenua. El léxico balbucea y se tropieza consigo mismo, aniñado con las muletillas de la criatura protagónica, quien detalla, a quien quiera escucharla, el olor de los muebles rotos de su madre.

El vestido como sujeto vampirizador y la ingenuidad de la niña acerca de su propia naturaleza lo hacen trascender como uno de las mejores ficciones en ambas categorías: tanto en literatura vampiresca tradicional como experimental.
El vampirismo infantil se halla marginado dentro de la isomorfía vampírica por “poco serio”, “falto de sensualidad” o “carente del elemento terrorífico”. Consecuentemente, el niño es relegado para que escritores como Richard Matheson lo moldeen cual materia virgen. Un segundo cuento de esta índole es el llamado Bebe mi sangre (o Hijo de sangre), escrito en 1951; lamentablemente, en él ni forma ni fondo logran el simbolismo y la aglutinación de elementos innovadores de sus demás obras, pero ofrece buen entretenimiento y un final inesperado.

Soy leyenda (1954) es su trabajo más representativo debido a la detallada teoría científica con que explica el vampirismo como fenómeno orgánico; la causa es una bacteria que induce la enfermedad a través del contagio por vías tanto transmisibles (mordida) como instrasmisibles (esporas). Asimismo, Matheson es el primero en justificar los “síntomas” que padece el infectado (tales como la repulsión hacia el agua, ajo y símbolos religiosos) y atribuirlos al terreno de los padecimientos psicosomáticos. Sin embargo, donde verdaderamente reside el metavampirismo es en la vampirización del hombre y la humanización del vampiro. La inversión de los roles trae como consecuencia la pasividad del vampiro como depredador y su subsecuente papel como receptor del vampiricidio logoterapéutico del protagonista, Robert Neville. Mientras tanto, éste se bestializa, mecanizándose cual íncubo solar.

La identidad bimembre en la cual encallan ambos, Homo sapiens sapiens y Homo sapiens vampirii, interroga la construcción de la significación del vampiro como ajena al humano: se coloca al vampiro como némesis del hombre cuando, en realidad, es un eufemismo de su alter ego.

El metavampirismo se puede considerar relativamente “joven”. Su pionero fue Guy de Maupassant, quien publicó el cuento citado con anterioridad, El Horla, en el año de 1887, y otro precursor destacado de Matheson es Rubén Darío con Thanatopia (1896). No obstante, el hipervampirismo también es un género caducifolio mientras que el isomorfismo vampírico es cornucópico. De hecho, el primero es tan escaso y heterodoxo que muchos de los cuentos de Richard Matheson se están perdiendo (y sólo tienen un poco más de 50 años de longevidad).

No debemos permitir que esta clase de literatura se extinga. Son numerosas las venas que se pueden explorar a partir de la literatura vampírica, como el vampirismo infantil, los objetos inanimados como entes hematófagos, la personalización y caracterización del vampiro de acuerdo a culturas orientales, entre otros. Es decir, es posible la renovación del concepto de los eritronómanos.
Para concluir, quien desee leer los cuentos de Richard Matheson (extremadamente difíciles de encontrar) no dude en dejarme un post en http://lunaencajada.blogspot.com para que se los envíe.
¡Una mordida!

8 comentarios:

  1. Hola Ana... ¡Muchas felicidades! Me da mucho gusto encontrar tus textos y en lo personal creo que este a resultado una maravilla. Me ha gustado mucho. Nos estamos leyendo.

    ResponderEliminar
  2. Un artículo muy interesante!, ciertamente en el campo de la literatura vampírica (como en todas) deberia de exisitir un renacimiento de vias y corrientes tanto aprovechando los canones ya establecidos o proponiendo nuevos. Es difícil lograr este equilibrio y que los nuevos escritores se permitan explorar nuevos terrenos o salvar estos que estan muriendo y no deberían. Cuando mencionaste objetos hemátofagos e hiciste recordar una película de un muy joven Guillermo del Toro llamada "Cronos" filmada en Guadalajara si no me equivoco. Un mecanismo mecanico es el "vampiro" de la película y la víctima del mismo tiene algunos elementos del vampirismo más no es un concepto arraigado a los establecidos del romanticismo....

    ¡Excelente Ana!

    ResponderEliminar
  3. Muy muy muy buen artículo Ana. Tengo un comentario que escribí pero lo subo más al rato que llegue a mi casa

    ResponderEliminar
  4. Que mas podemos subrayar cuando tenemos un tema aparentementye muy gastado, y lo digo en el mejor de los planes. Parece haberse vulgarizado el tema de los vampiros, parece haberse acabado ese encanrto genuino y misterioso escencial en ellos. (Continua)

    ResponderEliminar
  5. Palomita Rodriguez28 de marzo de 2010, 23:40

    Extraordinario artículo. Es el genio de autores como Ana lo que la literatura vampírica necesita.

    ResponderEliminar
  6. ¡Hey! Difícilmente podré aportar algo nuevo a estas entradas fuera el halago colectivo. No soy apasionado de la literatura "vampiresca"; ahora quiero leer a Matheson.

    Creo que la mejor manera de aportar un "algo" es la siguiente: tengo una eboock-teca algo grande que anda por ahí en la red. Decidí comprimir y subir los archivos que tenía de Maupassant y de Matheson y dejarles aquí los links de descarga. Espero los bajen y, más que todo, los lean.

    No conozco las obras que les dejo, pero les aseguro que vienen, entre otros, "Soy leyenda", "Vampiro","El horla"... a disfrutar y gracias por tu texto chica. Muchas gracias.

    ResponderEliminar
  7. ¡Qué güey!. No dejé los links. Acá están.
    Richard Matheson: http://www.mediafire.com/download.php?tynwymmynqj

    Guy de Maupasant: http://www.mediafire.com/download.php?2txtnwdcjjq

    ResponderEliminar
  8. Muchas gracias a todos por sus comentarios, y muchas gracias, Andresk, por subir los enlaces. Espero que de esa manera se fomente la lectura de estos textos "perdidos".

    ¡Una mordida!

    ResponderEliminar

Mamá WACHA agradece sus comentarios…