Pretty Persuasion. Marcos Siega y la flor del mal

Difícilmente basado en nuestra tesis de a tres pesos; el para nada incipiente director neoyorkino Marcos Siega, la situación -obsesiones más, obsesiones menos- también es clara. El cielo y el infierno existen. Y este último comienza y termina en una preparatoria nice de Beverly Hills; donde respondiendo al llamado de una chava buenísima, dueña y señora de la popularidad; son convocados uno a uno los más feroces espectros del mal.
Emulando a Heathers (1988) y a la vez, al posterior homenaje-parodia Jawbreakers (1998) en tanto su complicidad con la farsa enloquecida; Pretty Persuasion (Hermosas tentaciones, 2005) desarrolla un relato mórbido y apremiante donde, durante casi dos horas, Siega se la cura a gustito con los clichés de la high society gringa, en un magno ejercicio de humor cabrón y drama amarguísimo y culebra.
Producida por Prospect Films Montreal y distribuida en México vía Quality - que se refina de a poco con sabrosos resbalones de buen cine extranjero; para muestra basta recordar que es responsable de traer a los videoclubes nada menos que el catálogo de Tarántula Films- destaca no sólo por hacerla de ópera prima digna de elevar a Siega de videoasta revoltoso a director de cine en pleno; sino por el nivel de violencia ideológica y argumental donde; haciendo gala de unos

Con una clasificación C rotunda, Marcos Siega; padrino visual del tanto querido como despreciado Nü Metal y simpatizante de otras ondas metaleras no tan nüs (los videoclips de System of a Down, P.O.D, Papa Roach, Sevendust, Weezer, Anthax y Blink 128 lo comprueban) y picudo director invitado en numerosos episodios de series hit de la tele (Cold Case, Shark , Dexter, True Blood y Veronica Mars) traslada el grafismo perturbador del que tanto gusta, desde la imagen a la parte literal del relato. Los diálogos se encargan entonces de dar forma a una estructura donde la agresión- de cuerpo presente, bien dura y a la cabeza;-golpean al espectador en una dinámica a contra flujo con el tratamiento de la imagen: uno aparentemente light y sin rudeza visual manifiesta; siempre en plan de parodia perversa al típico cuento fresón y eternamente patético de la chaviza vecina del norte. La brutal malicia perturbará sin duda a más de uno.
Precisa desde el inicio y en crescendo rumbo a un clímax que si no inmaculado resulta ciertamente efectivo; el director reivindica su pericia lo mismo que su fama de provocador mediante el relato de una verdadera orgía de jugosos pecados –sexo, drogas, racismo, avaricia, envidia, consumismo y demás linduras- encarnada en el anoréxico cuerpecillo de un auténtico chamuco postmoderno: Kimberly Joyce; la chava buenísima, popular y mala como el puerco (Secretaria de Salud dixit) que por si fuera poco; resulta ser particularmente templada y de lo más inteligente.
Sin temor a navegar e aguas bravas, Siega reproduce el decadente mundillo de la adolescencia gringa pudiente que; más allá de retratar el culto al físico, la búsqueda desenfrenada de la fama y la idolatría por los medios –pan con lo mismo dirán los más incrédulos- desvela los recovecos mugrosos donde a gusto se cocinan los verdaderos horrores de la humanidad.
De narrativa fragmentada con ecos de videoclip; pero debidamente zurcida mediante una depurada técnica de montaje; se complementa y refuerza de manera importante el trazado de una travesía malsana, políticamente incorrecta y levanta ámpula por la nada honrosa historia reciente -pre Obama, pro (agüevo) Bush- de un país cuya malaventura nacional lo tiene verdaderamente jodido. Aversión-invasión afgana, retache gañan de inmigrantes, masacres escolares, star system feroz, homofobia y misoginia incluidos.
Con todo y una resolución final que se siente medio baratona, Siega se muestra firme, prometedor y lo suficientemente propositivo. Barbaridades para regalar mediante; Pretty Persusion es sin duda un trabajo sólido; de habilitosa técnica y tratamiento fresco donde la capacidad para burlarse de si mismo y de lo que nadie (casi) se atreve a burlarse, y sobre todo de apostar por el cliché y (cosa rara) salir bien librado, hace su mayor acierto.
El plus: un James Woods hilarante haciéndola de padre sin nada de escrúpulos y todavía menos mamá y una estupenda Evan Rachel Wood (la ninfeta rebelde de A los trece) haciendo crecer ajos a su paso como la Lolita malora del cuento.
Sin temor a navegar e aguas bravas, Siega reproduce el decadente mundillo de la adolescencia gringa pudiente que; más allá de retratar el culto al físico, la búsqueda desenfrenada de la fama y la idolatría por los medios –pan con lo mismo dirán los más incrédulos- desvela los recovecos mugrosos donde a gusto se cocinan los verdaderos horrores de la humanidad.
De narrativa fragmentada con ecos de videoclip; pero debidamente zurcida mediante una depurada técnica de montaje; se complementa y refuerza de manera importante el trazado de una travesía malsana, políticamente incorrecta y levanta ámpula por la nada honrosa historia reciente -pre Obama, pro (agüevo) Bush- de un país cuya malaventura nacional lo tiene verdaderamente jodido. Aversión-invasión afgana, retache gañan de inmigrantes, masacres escolares, star system feroz, homofobia y misoginia incluidos.

Con todo y una resolución final que se siente medio baratona, Siega se muestra firme, prometedor y lo suficientemente propositivo. Barbaridades para regalar mediante; Pretty Persusion es sin duda un trabajo sólido; de habilitosa técnica y tratamiento fresco donde la capacidad para burlarse de si mismo y de lo que nadie (casi) se atreve a burlarse, y sobre todo de apostar por el cliché y (cosa rara) salir bien librado, hace su mayor acierto.
El plus: un James Woods hilarante haciéndola de padre sin nada de escrúpulos y todavía menos mamá y una estupenda Evan Rachel Wood (la ninfeta rebelde de A los trece) haciendo crecer ajos a su paso como la Lolita malora del cuento.
Por Palomita Rodriguez***
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