Otro gran golpe…

by - noviembre 26, 2008

Nunca un asalto se convirtió en el suceso más desafortunado –y no para el asaltado—. Se levantaron temprano, se citaron en la casa del Babas, revisaron los movimientos y ensayaron uno a uno el parlamento a seguir a la hora del suceso. Jorge consiguió el puñal usado por su tío en la selva Chiapaneca cuando se perdió buscando animales para traficar, asociándose con un gringo de mucho dinero. Pepe se llevo el revólver enmohecido de la casa Winchester, propiedad de su abuelo. Y el Babas, doto al equipo con útiles consejos obtenidos con la experiencia de tres atracos en su vida, dos de ellos culpables de llevarlo al tutelar de menores.



El plan era de la siguiente manera: abordar el autobús de las 3 de la tarde que hacia quince minutos de parada en San Sebastián. Jorge -con puñal en mano- iría por delante en la fila india, seguido del Babas –que llevaría el revólver- y Pepe seria quien cuidara la puerta delantera del autobús que serviría de punto de fuga del vivaz grupo.



Tan pronto como subieron, la ronca voz de Jorge invadió el ambiente con groserías y ordenes de despojo de sus cosas de valor a los pasajeros. De inmediato se escucho el llanto de un niño quien presentía seria esta una mala experiencia en su vida, en seguida se escucho el murmuro de una anciana quien rezaba para sí un Padre nuestro, y finalmente una mujer se levanto de su asiento para reconocer al que parecía la cabeza de la banda:


-¡Jorge!-


-Dije que saquen sus cosas y no quiero pendejadas, ¡apúrense con una chingada!-


-Jorge Alberto, ¿me quieres explicar que carajos estás haciendo?-



Sorprendido pero tratando de ignorar a la mujer Jorge siguió sus líneas hasta que la señora se acerco a él y lo tomo de la oreja llevándolo hasta el exterior del autobús. Los pasajeros solos escuchaban los regaños:



-Mira nada más en lo que estas convirtiendo-



-Mamá ya no soy un niño, yo sé lo que hago-



-No eres un niño, eres un haragán, eso es lo que eres…-



Al ver la escena, Pepe opto por echarse a correr. Jorge y su madre se alejaron de la escena también. Dentro del autobús, el chofer cerró la puerta diciendo:



–Ora si señores, cóbrense el asalto-



De inmediato se levantaron de sus asientos, señoras, ancianos, niños, adolescentes, padres de familia y chofer a propinarle una menuda paliza, que terminaría una hora después en la delegación, cuando otro detenido lo reconoció por haberlo asaltado dos meses antes, convirtiéndose este en el asalto número cuatro que se le frustraría al Babas.


EZM (2008).

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