La historia de su vida

by - noviembre 17, 2008

Ismael Andrade es tímido, inseguro y muy despistado, es empleado de gobierno desde hace diez años y vive solo en una casa grande que su madre le dejo en el fraccionamiento Recinto ideal. A sus 30 años solo ha tenido dos novias y suele inventarse amoríos para dar historias sobre si mismo a sus amigos. Después de un mal día; lleno de regaños, gritos, insultos y amenazas de despido, Ismael se des estresa en el Café Ostoy. Pide un americano y dos donas de maple, al levantar la mirada para entablar contacto con la mesera Ismael da un giro a su día admirando la belleza de la empleada; una chica de 24 o 26 años de sonrisa angelical, con ojos expresivos, labios regordetes pero bien formados, tés blanca, cabello quebrado castaño, delicadas manos y dulce voz. ¡Que mujeron! Pensó, es una musa, que digo musa, una diosa, un ángel, una verdadera maravilla de la naturaleza, un Afrodita, una Venus, una estatua representativa de la belleza femenina, si es que a eso se le puede llamar belleza, por que era algo mas, era como mucha bellezas juntas. En fin, Ismael se deshizo en halagos que guardo en su interior por miedo al rechazo, disfruto su café y degusto las donas con satisfacción de haber encontrado el amor aun que sea de lejos. Esa noche durmió tranquilo incluyendo en sus sueños a la fuente inspiradora de un día con final feliz.
Los días transcurrieron sin novedad alguna, los regaños seguían siendo constantes, pero Ismael los mitigaba mirando una foto borrosa que había logrado tomarle con su teléfono celular a la mesera de sus sueños. Cierto día se animo a despedirse de ella estirando su mano par estrechar la delicada mano de su musa, al salir del café no quería tocar nada. Otro día se animo a seguirla hasta su casa, detrás de un árbol se escondió hasta ver como la chica cruzaba la puerta de entrada de la casa 10 de la calle Robles. Ismael se acerco admirando la fachada de la casa; observo la puerta, la cerradura, estiro la mano derecha lentamente con el pulgar levantado para tocar el timbre, pero esta vez no fue solo su inseguridad la que lo frenaría, en la esquina superior izquierda de la puerta había una calcomanía que decía “Casa de ALE”, una estúpida sonrisa ilumino su cara germinando una idea que llevaría a cabo al siguiente día.
En horario de oficina, Ismael practicaba es tonto discurso que pretendía brindar a su fuente de cariño, sin embargo, al final dejo todo a la improvisación. Como todas las tardes, se instalo en la mesa dos y espero a que ella se acercara, su plan era entablar conversación después de que ella tomara su orden, y así lo llevo a cabo, ella se acerco con el discurso de bienvenida, tomo su orden y súbitamente el valor de Ismael salió a flote diciendo –Oiga, antes de que se retire quiero preguntarle algo…- ella contesto amablemente –Dígame- mientras miraba a la mesa Ismael pronunciaba –Pues vera, desde la primera vez que vine…- un grito desde la concina interrumpía su discurso. Atónito quedo al ver como la chica ignoraba sus palabras y corría hacia el lugar de donde provino el grito. Le tomo unos segundos entender por que tan de repente huía su Julieta de la escena, y recordó que mientras dirigía su romántico discurso una mujer grito algo así como –Ale tienes llamada de tu madre-.
Al día siguiente, al ver que su valor no regresaba, decidió dejarle una nota en la puerta de su casa; “Ale: me interesa conocerte que tengas buena noche”. Espero que en el café ella mostrara respuesta a la nota, pero al ver que no había tal decidió intentar de nuevo, pero otra vez no hallo respuesta. Ismael parecía estar urgido por una señal dada por la chica del café, así que cambio sus idas al café por un método más directo e infalible, o al menos así lo creía. Escribió una nota que decía “Ale ha llegado el momento de confesarte que hablar contigo se ha convertido en una necesidad, por ello, te espero el sábado a las 3 de la tarde en el parque Guadalupe, en donde esta el monumento a la madre…por favor…no faltes”. Con un elegante jacket de lino que pertenecía a su padre y unas rosas recién cortadas de la casa de doña Marú, llego Ismael Andrade al lugar de la cita, se sentó en una banca del parque mientras de su bolsillo sacaba un discreto espejo con el que revisaba los últimos detalles de su elegante aspecto. De su bolsillo izquierdo del pantalón saco un pañuelo que serviría para limpiar por sexta vez sus zapatos, también reviso su aliento con la mano derecha y acomodo por decima ocasión el nudo de su corbata. Los minutos transcurrían con desesperación, parecían ser cada vez mas lentos, nada lo hacia calmar la ansiedad de saber donde estaba la chica de sus sueños. Miraba a su alrededor y solo veía una pareja a su lado derecho y un hombre como de 40 años sentado a los pies del monumento la madre. Así transcurrió uno a uno los minutos hasta que se convirtieron en hora. La pareja se retiro de la banca y el hombre se acerco a Ismael ocupando el lugar de los novios, Ismael suspiro decepcionado y el hombre aprovecho para preguntarle que a quien esperaba, Ismael solo contesto que a una amiga. El extraño, mas acostumbrado que Ismael a estas situaciones, se a sinceró confesándole que por días había recibido recados tiernos de quien suponía era alguna tímida enamorada, y lo suponía por el nombre al que iban dirigidas las románticas notas. Al mismo tiempo que el extraño le confesaba esto a Ismael, le mostraba uno a uno los recados que amanecían en su puerta. Ismael palideció al ver que eran los mismos que el dejaba a su musa, el sujeto notó la inquietud de Ismael y pregunto si sabia algo al respecto. El pobre muchacho tuvo que confesar que estaba fascinado con la mesera del café Ostoy, y que la había seguido hasta su casa averiguando ahí mismo su nombre por medio de una calcomanía en la que revelaba que el inmueble es propiedad de “ALE”, el extraño afirmo lo dicho por Ismael, dijo que ALE es el dueño de la casa, ingenuo Ismael pregunto si ella era ALE, el sujeto dijo – No, ALE soy yo – Ismael contesto a la confesión con una mueca de extrañeza – Así es mi amigo, yo soy ALE, bueno me llamo Armando Lara Estrada, pero siempre utilizo las siglas de mi nombre- con la misma incredulidad Ismael le contesto –No puede ser, yo escuche como en el café una mesera la llamo con el nombre de “Ale”- -No amigo, usted oyó mal, el nombre de la chica que usted me habla es Valeria, pero todos le decimos “Vale”, era mi inquilina- decepcionado contesto el muchacho –Quizá ya no viva en su casa pero ¿la puedo ver en el café, verdad?- -No lo creo joven, ella regreso a Guerrero con su madre para cuidar a su abuelo, y parece que no regresara- una vez aclarado lo sucedido, ambos pactaron no contar a nadie del asunto, y el miedo al rechazo que sentía Ismael se multiplico considerablemente.


EZM (2008).

You May Also Like

1 comentarios

La Wacha Reevoluciona Copyright 2019

¡Larga vida a La Wacha!